lunes, 7 de abril de 2014

Nada

    Mírame, no existo, o al menos ya no. Deje de existir hace tiempo en el momento en que mi mundo se vio cubierto de tinieblas y los albores de la vida se alejaron de mi... o yo me alejé de ellos. Como si me hundiera, como si me ahogara, la luz de la vitalidad se fue alejando de mis manos humanas mientras éstas fueron sufriendo una metamorfosis transformándose en garras frías y entumecidas conforme la oscuridad me abrazaba con ternura y delicadeza amorosa. Y así, aun abrazado y besado por ella, vago por la penumbra sepulcral de mi no existencia entre dos mundos a los cuales parezco no pertenecer a ninguno, envidiando a los dos, anhelando... deseando que algo me suceda, deseando poder pertenecer a uno de ellos, sea cual fuese… pero nada, no sucede ni sucederá nada. ¿Qué soy? Un recuerdo en el cajón de momentos felices y tristes de otros seres. Un sentimiento receptor a falta de personas, o mejor dicho, de atención y cariño, no sé en realidad qué soy o quién soy. ¿Soy la nada? ¿Soy eso a los que todo el mundo piensa que existe pero su mera existencia depende de la ausencia de todo? Quizá sólo soy una conciencia rebelde que en su propia subconsciencia primaria se desvió de su camino y que ahora en la trágica conciencia no sé regresar... no sé, qué soy o quién soy, ni de dónde vengo ni a dónde voy... Sólo espero o creo esperar, vagando solo en esta infinita oscuridad.

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